Apareció en mi vida apuntándose a “La Fábrica”.
Cuando me conoció a través de internet pensó yo que podría ayudarla.
Ella… quería encontrar su sueño.
Llámala loca.
Pensó en el día de mañana y quería autodescubrirse.
¡Muy loca!
A nadie normal se le ocurre salir del estancamiento ni de la putrefacción que conlleva trabajar en algo que no te llena.
“Podrid@s por el dinero, dejan pasar su sueño.”
Cuanto más se pudren en una empresa, más difícil les resultará salir de ella, y aunque confío en cualquier persona optimista, sé que la dificultad de reinventarse aumentará si su edad es avanzada.
Bueno… en este caso, ella es joven, y cree en el potencial de sus sueños. Cree en si misma.
Después de un mes en la fábrica no me necesita. Ha superado las primeras fases y ahora tiene un mapa realizado con su corazón. Seguro que lo sigue.
¡Seguro que lo consigue!
Mi trabajo fue específico en motivación, gestión del estrés, organización de objetivos, y aprendizaje del mantenimiento de una actitud optimista para lograr lo que quiera con amor y sinceridad.
No se da cuenta de que solamente le ayudé a encontrar respuestas dentro de si misma, despertando su egoísmo para elegir aquello que le apasiona.
No se da cuenta de que es un ejemplo a seguir para mí, y aunque entiendo y respeto su decisión de ocultar su identidad, espero que sea un ejemplo para ti también.
Reconozco que al principio no entendía muy bien porqué quería permanecer en el anonimato, pero luego la comprendí mejor.
“La gente que va al psicólogo no está bien vista.”
Y aunque yo no soy psicólogo ni me gustaría serlo, entiendo que no quiere mostrar ni un ápice de debilidad en público. La entiendo perfectamente.
Es una persona muy fuerte y soy un afortunado de conocerla.
Mi última alumna. Mi última profesora.