Ivan Avanza

El día que me cambió la mirada

Ivan Avanza Coach Ferrol

Yo antes no era Ivan Avanza.

No sabía que podía ser lo que quisiera, así que durante los años que trabajé como esclavo cieguito me convertí en un todoterreno buscaempleos.

Muchas empresas no me llamaron, pero en casi todas las entrevistas que hice terminé contratado.

Ocupante de una casilla. Bien visto.

A medida que trabajas para empresas puede parecer que no puedes vivir sin ellas. Si te echan de una o la dejas, automáticamente buscas otra, y a veces encuentras una buena. A los 26 años (hace casi 7) a mí me pasó, y trabajaba en una de las mejores empresas de telecomunicaciones de España. R.

Así se llama, “R”.

Estaba motivado. Feliz.

Hasta que llegó el día que se me quitó la ceguera y me cambió la mirada para siempre.

¿Qué pasó?

Pues llevaba casi un año, y un día de poco trabajo pude fijarme en un compañero veterano. Éste estaba atendiendo por teléfono a una señora que tenía una avería en la televisión, y tenían que seguir una serie de pasos para solucionarlo. Le mandó desenchufar el descodificador, y a la señora le costó encontrar el cable a pesar de las indicaciones perfectas. Entonces mi compañero pulsó el botón de MUTE en su teléfono (ese botón le sirvió para que la señora no lo escuchase), y dijo:

“Por favooor, señooora.”

Acto seguido se repanchingó en la silla como nunca había visto antes. Ni yo mismo me repanchingaba tanto en clase de matemáticas. Dejó caer los brazos por los lados de la silla y estiró sus piernas.

Parecía que se moría.

Estaba desesperado ante una señora que no encontraba un simple cable. Entonces me vi reflejado en él y pensé…

“Yo voy a acabar así.”

Me quedé petrificado. Se paró el tiempo y casi se me para el pulso.

Tenía ganas de vomitar y me avergonzaba de mí mismo por poner el MUTE en alguna ocasión para suspirar. Iba de camino a ser como él, y me sentí fatal conmigo mismo por no haberlo visto antes.

Rompí ese camino. Lo hice añicos.

¡Adiós rebaño!

Quería ser maravilloso todos los días de mi vida y reírme lo máximo posible. Me daba asco imaginar un futuro que no dependía de mí.

Poco a poco empecé a diseñar mi propia vida en todos los sentidos, a nivel profesional y personal.

Lo mejor que hice en mi vida fue escapar del sistema y crear el mío propio. La sensación de libertad que siento a veces la deseo para mis futuros hijos, si los tengo algún día, claro. Y sino para mis sobrinos.

¡Ojalá no los esclavicen!

¡Ojalá no les ofrezcan mucho dinero!

El sistema te atrapa y te encasilla.

Te mata.

Por eso siempre te digo que escapes.

Porque te quiero, sin conocerte de nada.

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